sábado, 11 de agosto de 2012

Pendiendo de pocos hilos


Esto va para aquel
que aguante mil tormentas
con mi terca persona,
a quien cuando el vergel
de sonrisas se seque,
humedezca la zona

con la mera esperanza
de que un tímido brote
llegue un día a nacer.
¡No al que tanta alabanza
hueca, frágil, sin peso
desee hacerme ver!

Al que en medio de lluvias
con paraguas de dedos
se aparezca brillante.
Al que otorgue luz rubia
en el negro del gris
cuando crezca incesante.
¡No al que ofrezca mil barcos
pa cruzar estos mares
y al final no los de!
Al que con gestos parcos
demuestre lo que siente
y crea en mí sin fe.

Al que con un abrazo
serene el huracán
que haya en mi pensamiento.
Al que tienda los brazos,
escuche, mire, entienda
y reserve su aliento.
¡No al que otorgue una flor
seca, enferma y marchita
regada con recelo!
Al que preste calor
en las horas de invierno
y me eleve del suelo.


Al que tenga unos ojos 
que sirvan de cobijo a 
mi mirar vagabundo.
Al que cuando esté flojo
me de un gigante impulso
para correr el mundo.





Rafael Eduardo






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